
¿Creías que estabas cuidando tu piel eligiendo productos sin perfume para evitar reacciones adversas? ¿Y un buen día, de repente, te encontraste con picores o eccemas en la piel? Pues que sepas que tu caso no es el único: se cree que entre el 10 y el 20 % de la población mundial es alérgica a algún ingrediente cosmético1,2,3. La OMS estima que esta cifra podría incluso aumentar4, especialmente en los países industrializados, donde actualmente se produce casi el triple de reacciones cutáneas que en 19965,6.
En este artículo nos vamos a centrar en los ingredientes de los productos cosméticos que pueden causar alergias en la piel. ¿Qué causa estas reacciones alérgicas? ¿Qué ingredientes debes evitar y cuáles son los consejos para elegir cosméticos adecuados?
La alergóloga Séverine Fernandez comparte sus conocimientos sobre el tema.
Alergias: ¿por qué se rebela nuestro cuerpo?
La alergia es una reacción adversa del sistema inmunitario a una sustancia ambiental normalmente inocua (el alérgeno). El cuerpo lo ve como una amenaza, del mismo modo que una bacteria o un virus, y lo combate de forma exagerada.
Los alérgenos pueden ser de varios tipos: alimentarios, ingredientes cosméticos, polen, ácaros, etc. Pero es importante recordar que la reacción entre una crema facial que provoca granos y una alergia alimentaria a los cacahuetes es diferente, pues la activación del mecanismo de defensa es completamente distinta7.
Mecanismo de acción: la calma antes de la tormenta
Lo que todas las alergias tienen en común es que actúan en dos fases:
- Para empezar, hay un periodo de exposición repetido a un alérgeno. No pasa nada, así que pensamos que todo va bien. Pero mientras tanto, nuestro sistema inmunitario ya considera a este elemento como un enemigo. Esta es la fase de concienciación.
- Después, tras un periodo de tiempo que varía de una persona a otra, el cuerpo ya no tolera el contacto con el enemigo que ha soportado hasta ahora. Desde este momento, el cuerpo reaccionará a cada nueva exposición. Entramos en la fase de revelación8.
En las alergias cutáneas intervienen unas células inmunitarias bastante especiales: los glóbulos blancos9. Cuando el alérgeno vuelve a entrar en el organismo mediante el uso de un cosmético, estos glóbulos blancos son convocados como refuerzo. Se activan, se multiplican y liberan compuestos químicos que provocan daños en la piel. Su objetivo es destruir a toda costa el alérgeno, al que consideran un enemigo. Por desgracia, esta reacción también provoca erupciones cutáneas e inflamación.
Una de las peculiaridades de las alergias de la piel es que no es infrecuente desarrollar alergias a un gran número de ingredientes. Esto se debe a que varios extractos de plantas pueden contener el mismo alérgeno. Por ejemplo, es frecuente ser alérgico tanto al aceite esencial de geranio como al de la rosa porque ambos contienen geraniol10, un compuesto que figura en la lista europea de fragancias alergénicas11.
Síntomas que no hacen gracia
Tras la fase de sensibilización silenciosa, que puede durar varios meses, años o incluso décadas, cada contacto provoca una reacción cutánea en un plazo de 24 a 72 horas. Esto puede dar lugar a diversos síntomas: picor intenso, enrojecimiento, hinchazón, piel seca, aparición de pequeñas ampollasb y otros7. ¡Ay!

El único inconveniente es que los síntomas de una alergia cutánea pueden empeorar con el tiempo, presentándose cada vez más rápido. Tras varias exposiciones, algunos de los glóbulos blancos permanecerán en la piel, en la zona de contacto habitual con el cosmético alergénico (sobre todo en las manos, la cara y las axilas). Están listos para intervenir8. Esto explica por qué los síntomas pueden, con el tiempo, amplificarse y aparecer en menos de 24 horas.
Estos síntomas de alergia no deben confundirse con la irritación, otra reacción cutánea maravillosa. Se trata de una lesión temporal de la piel o los ojos causada por una sustancia con propiedades corrosivas. La reacción puede producirse rápidamente y varía en función de la resistencia de la piel de cada individuo y de las concentraciones utilizadas en los productos cosméticos. En cambio, provoca una sensación de tirantez y quemazón en lugar de picor7. Por otra parte, hay que recordar que una alergia se produce cuando el organismo reacciona mal a una sustancia inofensiva, aunque esté presente en cantidades muy pequeñas.
Es fácil de entender por qué es importante averiguar si nuestros cosméticos contienen alérgenos. Incluso cuando no pasa nada. La idea es conseguir que nuestro organismo se exponga lo menos posible a estas sustancias para que no llegue el día que las considere una amenaza, ya que, una vez sensibilizado, ya no hay vuelta atrás.
¿Hay personas más sensibles que otras?
Cualquier persona a cualquier edad puede volverse repentinamente alérgica a una sustancia. Sin embargo, hay ciertas predisposiciones y fenómenos que facilitan el desencadenamiento de esta reacción.
En primer lugar, hay que ser consciente de que una piel dañada es una auténtica puerta de entrada para los agresores. A los alérgenos les resulta más fácil colarse en la piel y bailar salsa con las células del sistema inmunitario. Por eso, las personas que padecen, o padecieron en la infancia, una afección cutánea tienen más probabilidades de desarrollar una alergia en algún momento de su vida. Observamos que la dermatitis atópica, una inflamación de la piel que afecta al 10 % de los niños de todo el mundo, favorece especialmente esta sensibilización a los alérgenos12.
Otro detalle importante: nuestras pieles no tienen todas la misma composición. En su superficie, las enzimas son capaces de descomponer las moléculas externas más simples para impedir que penetren en la barrera cutánea. ¡Es tan práctico! El problema es que el número y el equilibrio de estas enzimas no sería igual para todos3,13. Esta variabilidad parece ser una de las claves de por qué algunos de nosotros somos más propensos a desarrollar alergias14.
Otra pista reside en la capacidad de nuestros glóbulos blancos para controlar la inflamación de la piel. Estos glóbulos blancos de control no están ahí para luchar contra los enemigos, más bien están para calmar las cosas. Su objetivo es garantizar que el cuerpo no se active demasiado y que el daño cutáneo no sea excesivamente extenso. Si faltaran estos glóbulos blancos, podría haber mayor sensibilización y un empeoramiento de los síntomas. Sin embargo, el estrés, las carencias nutricionales, los virus, ciertas enfermedades o la edad pueden contribuir a reducir el número de estos glóbulos blancos15.
¿Dónde se esconden estos alérgenos en nuestros cosméticos?
![]() | Fragrancias |
Junto a los conservantes, se cree que son los principales culpables de las alergias cutáneas16. De hecho, un perfume es un cóctel de varias docenas o incluso cientos de moléculas diferentes17. Pueden ser sintéticos o de origen natural, y se utilizan en todo tipo de cosméticos: cremas hidratantes, jabones, desodorantes, mascarillas, etc. Muchas de estas sustancias se etiquetan con el ambiguo nombre de «perfume»18,19. No es fácil identificar una alergia a una de estas sustancias, aunque sean tan alergénicas. El Lyral es el campeón de las alergias cosméticas según el Comité Científico de Seguridad de los Consumidores (CCSC), hasta el punto de que su uso en cosméticos en la Unión Europea está prohibido desde 201920. En Estados Unidos, su etiquetado no es obligatorio y no hay límite para su uso en cosméticos19. El linalool, el geraniol, el limoneno, el extracto natural de liquen o el citral también pueden ser algo aguafiestas.
![]() | Aceites esenciales |
Utilizados como perfumes o por otras propiedades, un gran número de ellos tienen un fuerte poder alergénico, en particular el aceite esencial de citronela, el absoluto de jazmín y el aceite de madera de sándalo14.
![]() | Conservantes |
Por un lado, es estupendo que limiten la propagación de microorganismos que podrían ser peligrosos para nuestra salud. Pero algunos son potentes alérgenos. Este es el caso, por ejemplo, de la MIT (Metilisotiazolinona) y la MCIT (Metilcloroisotiazolinona). A pesar de ello, se utilizan en casi el 20 % de los geles de ducha y champús21. ¿Y qué hay del Quaternium-15? Se dice que entre el 7 y el 10 % de los estadounidenses son alérgicos a eso22,23. En la Unión Europea está prohibido desde 201924. Pero no nos olvidemos del 2-Bromo-2-nitropropano-1,3-diol que se cree que causa alergias en casi el 3 % de la población según estudios americanos22,23.
![]() | Filtros UV |
Estos compuestos se utilizan para absorber los rayos UV del sol, que son perjudiciales para la piel. Son muy importantes para prevenir el envejecimiento de las células y el desarrollo del cáncer. Pero tienen trampa. Tras una exposición al sol, algunos de ellos pueden ser alergénicos. Esto se conoce como fotosensibilidad. Se trata de la avobenzona, el homosalato, así como los compuestos de la familia de la benzofenona, que, aun así, son ingredientes muy utilizados en los productos de protección solar25. Y eso no es todo. La combinación con vitamina A (también conocida como retinol) que contienen ciertas cremas de día podría agravar este fenómeno26.
Cuando lo bueno se convierte en malo
Algunos compuestos no son alergénicos en sí mismos, pero se descomponen en moléculas alergénicas. Es el caso de los llamados conservantes «liberadores de formaldehído» como benzilhemiformal, diazolidinil urea, DMDM hidantoína, imidazolidinil urea o metenamina23,27. Su descomposición en moléculas alergénicas depende concretamente de la formulación de los cosméticos, de su acidez, de la exposición de los productos al sol y de la temperatura28. Los perfumes también se ven afectados. La oxidación del limoneno, en particular a través del sol, puede provocar una alergia en el 3 % de los sujetos analizados según un estudio14. Este compuesto está presente en prácticamente todos los extractos vegetales: aceites esenciales, perfumes y aguas florales entre otros29. Es una pena.
Cuando lo bueno se convierte en malo
Algunos compuestos no son alergénicos en sí mismos, pero se descomponen en moléculas alergénicas. Es el caso de los llamados conservantes «liberadores de formaldehído» como benzilhemiformal, diazolidinil urea, DMDM hidantoína, imidazolidinil urea o metenamina23,27.
Su descomposición en moléculas alergénicas depende concretamente de la formulación de los cosméticos, de su acidez, de la exposición de los productos al sol y de la temperatura28. Los perfumes también se ven afectados. La oxidación del limonene, en particular a través del sol, puede provocar una alergia en el 3 % de los sujetos analizados según un estudio14. Este compuesto está presente en prácticamente todos los extractos vegetales: aceites esenciales, perfumes y aguas florales entre otros29. Es una pena.
En la práctica, ¿qué podemos hacer?
- Evita en la medida de lo posible la exposición a alérgenos de contacto. Esto limitará considerablemente la sensibilización del sistema inmunitario a estas sustancias.
- Evita los perfumes, aunque sean «naturales» o «a base de aceites esenciales». Lo natural no garantiza la ausencia de irritaciones o reacciones alérgicas en la piel.
- Presta especial atención a los casos de eczema atópico o irritación crónica, aunque se remonten a la infancia. Estas patologías hacen que sea especialmente fácil desarrollar una sensibilización a los alérgenos de contacto. Incluso en la edad adulta se puede desencadenar una alergia.
- Evita limpiar la piel en exceso. El uso excesivo de jabones y productos exfoliantes altera la protección natural de la piel. Esto podría facilitar la penetración de compuestos alergénicos y, por tanto, la sensibilización a los mismos.
- Cuida tu piel con cremas emolientes e hidratantes adecuadas. Esto ayuda a mantener la función protectora de la piel frente a las agresiones externas30.
- No compres a ciegas productos con reclamos como «fórmula hipoalergénica», «dermatológicamente probado», «para pieles sensibles», «sin perfume» o con la etiqueta de «ecológica». Estas reivindicaciones no garantizan la ausencia de alérgenos en su composición19.
- Si padeces una alergia de contacto, consulta a un alergólogo para que te haga una revisión que te permita conocer la causa y prevenir futuras reacciones cutáneas.
Autoras: Zoé Kerlo, toxicóloga y Séverine Fernandez, médica alergóloga.
- ¹ A.H. Adou, O.R. Yeboah, A.P. Kouacou, S.R. Dassé, K.L. Siransy, Y.J. Seri, A.U. Assi, A.M. Koffi, R.C. Memel, S. Moussa, D. Oura, H. Koya, A.N.J.I. Kouakou, A.S.A. Bognini, K. N’guessan (2023). Profil des lymphocytes T (LT) CD8+ dans l’eczéma allergique de contact (EAC) sur peaux pigmentées. Revue Française d'Allergologie, Volume 63, Issue 3, 2023, 103390, ISSN 1877-0320, https://doi.org/10.1016/j.reval.2023.103390.
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- ²⁶ Gaspar LR, Tharmann J, Maia Campos PM, Liebsch M (2013). Skin phototoxicity of cosmetic formulations containing photounstable and photostable UV-filters and vitamin A palmitate. Toxicol In Vitro. 2013 Feb;27(1):418-25. doi: 10.1016/j.tiv.2012.08.006. Epub 2012 Aug 10. PMID: 22906567.
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- ²⁸ Mustapha Kireche, Elena Gimenez-Arnau, Jean-Pierre Lepoittevin (2010). Preservatives in cosmetics: reactivity of allergenic formaldehyde-releasers towards amino acids through breakdown products other than formaldehyde. Contact Dermatitis, 63(4), 192–202. doi:10.1111/j.1600-0536.2010.01770.x
- ²⁹ Anton C. De Groot, Erich Schmidt (2016). Essential Oils, Part III: Chemical Composition. Dermatitis. 2016 Jul-Aug;27(4):161-9. doi: 10.1097/DER.0000000000000193. PMID: 27427817.
- ³⁰ Nolan K, Marmur E (2012). Moisturizers: reality and the skin benefits. Dermatol Ther. 2012 May-Jun;25(3):229-33. doi: 10.1111/j.1529-8019.2012.01504.x. PMID: 22913439.